Te
vi jugar por mi jardín, dulce y cálida como un día de pascua
parecías
la luna, blanca y pura como un jazmín
esperando
al picaflor bajo la lluvia de abril.
Eras
tú, la misma niña de mis sueños, entonces tus ojos me hablaron
tu
silencio me llamaba…perdido en tus labios
soñaba
con tocarlos.
Embebido
de tu aroma volaba por tu falda
y
te soñaba desnuda entre la piel de mi cama
tibia
y suave como la mañana.
Suspiros
de la noche eran tus gritos de niña
que
se hacía mujer, desgranando las uvas
bebiendo
el vino de tu piel.
A
punta de frasecitas dibujaba tu sonrisa
miradas
ingenuas llenas de malicia
eran
fuente de todas mis caricias.
Sudaba
la noche infinita, gemía el viento del placer
desnudos
los amantes cubríanse de miel
el
amor hacían con fe.
Rojos
los manzanos entre tus huertos floridos
cerezos
de vida sobre montañas embebidas
esperan
a ser mordidos.
La
santidad de mis manos peca en tu cuerpo sagrado
dibuja
caricias, recorre senderos
y
reza el santo rosario.
Con
la sed de la locura llena del alma mía
el
amor llega a ese rincón donde se pierde la cordura
y
la llena toda de ternura.
Septiembre
del 2003